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27-6-2013/ 4:30pm/.Amaneció y una masa humana montaba guardia en las afueras de un hipermercado de la avenida Intercomunal Puerto La Cruz-Barcelona. El objetivo: conseguir productos de consumo básico desaparecidos en la mayoría de los anaqueles. A un hombre se le ocurrió invitar a formar una fila antes de que llegara más gente y, como efecto contrario, se generó un caos.

Ese sábado 22 de junio, Ricardo Hernández y su mujer Odalis estaban allí y contaron que, de manera inexplicable, un sujeto comenzó a insultar al hombre en cuestión. Emulados por otros de los presentes, del intercambio de groserías pasaron a los puños. Pero lo peor estaba por pasar: parte de la reja del estacionamiento fue violentada y una puerta de vidrio hecha añicos, mientras unos pisaban a otros en una agresiva carrera hacia el interior del establecimiento.

“Estamos sentados sobre un polvorín. La especulación, la escasez, inseguridad, la falta de reglas claras de juego en este país forman un cóctel letal. Por eso tanta irritabilidad. Esto es como la mecha de una explosión”, dijo Hernández, obrero de la construcción.

A su juicio, la intolerancia parece haberse apoderado de la gente en nuestro país. Y es que aunque el venezolano se ha caracterizado por su hospitalidad y buen humor, esta actitud se ha ido modificando para dar cabida a un tono incendiario. Hasta  el más sereno de los mortales de este país termina reaccionando de forma agresiva, arrastrado por el entorno y otros factores.

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